Botox,
otra alternativa

El botox es el agente terapeútico atenuado de la toxina botulínica tipo A de la bacteria Clostridium Botulinum y que actúa como relajante muscular al actuar sobre las terminaciones nerviosas que llegan a los músculos.
Normalmente el cerebro envía mensajes eléctricos a los músculos para que ellos puedan contraerse y generar el movimiento. Ese impulso eléctrico es transmitido al músculo por una sustancia conocida como acetilcolina. Es allí donde actúa el Botox, bloqueando la liberación de la acetilcolina y como resultado, el músculo no recibe el mensaje, no puede contraerse y por consiguiente previene la formación de arrugas.
Este agente es inyectado dentro del músculo por medio de una aguja delgada. Las zonas que necesitan tratamiento y la dosis requerida son determinadas por el médico. Generalmente se aplica en la frente, en las “patas de gallina” y en la zona del ceño (zona glabelar). Su efecto se puede observar hacia los tres días, pero su máximo beneficio se obtiene entre una y dos semanas después de su colocación.
El tratamiento ofrece un resultado sostenido dosis tras dosis y está proyectado a largo plazo. Si se realiza de forma aislada, el efecto puede durar entre 6 y 8 meses, después de los cuales se notará una disminución de su resultado hasta llegar la hora de consultar nuevamente para su próximo tratamiento. Su efecto no es definitivo.


La duración del tratamiento está sujeta a la susceptibilidad individual y varía según el grado de fortaleza muscular de cada paciente y la dosis suministrada. Puede ser repetido indefinidamente. En la actualidad se ha utilizado en personas por un período de 10 años con las respuestas esperadas.
Los resultados con la inyección repetitiva de Botox pueden ser menos notorios en aplicaciones posteriores que los que se ven en la primera aplicación. La selección muscular apropiada y la dosis adecuada deben ser ajustadas a cada caso.
Las altas y frecuentes dosis pueden hacer que se formen anticuerpos que reaccionan reduciendo el efecto del Botox, por lo que es recomendable no efectuar tratamientos mayores al contenido de un vial de 100 unidades de toxina botulínica tipo A en un período menor de tres meses.
Las contraindicaciones para someterse a este tratamiento son: el embarazo, la lactancia y las enfermedades autoinmunes que afecten el desempeño muscular. Es importante mencionarle al médico las medicaciones de uso cotidiano, para que evalúe su posible interacción.
Los riesgos que corren los pacientes pueden ser: una ligera molestia después de su colocación, la cual desaparece luego de algunas horas; y caída del párpado, que va disminuyendo a medida que transcurre el tiempo hasta llegar a su recuperación total.